Ciudades.Una invitación a la reflexión
¿Qué pasa en nuestras ciudades?
Sigue el boom inmobiliario y el paisaje gruístico se extiende como una epidemia pero además constatamos que una nueva invasión llega a nuestras ciudades las obras del metro, aparcamientos subterráneos, acerado…….Ciudades patas arriba.
El ciudadano paciente en la mayoría de los casos aguanta con resignación, realmente vivir la ciudad es imposible. Si eres conductor –relajación-, para el peatón no está nada fácil tampoco, calles cortadas, barreras, desvíos, cada día un nuevo trazado, han cambiado la pasarela etc., somos nuevos “rambos” de ciudad. Difícil de asumir para los ancianos o para los niños.
Y llegó el día en que de repente los resultados se pueden ver, terminaron algunas obras y que decepción, la devastación como resultado. Todas las ciudades se parecen cada vez más, se pierden los signos de identidad, que pueden ser unos árboles autóctonos que durante años estuvieron dando “calor “a la calle y son sustituidos por grandes baldosas y muchos bancos ¿quién se atreverá a sentarse? ante un panorama tan desolador. El sabor se pierde, una ola de frialdad llena el urbanismo actual. Adaptar nuestra ciudad a las necesidades de la sociedad nada tiene que ver con desmantelar-la.
Alguien recuerda lo que es el “encanto”.
Hay toda una invitación pendiente para aquellos que se encargan de los proyectos urbanísticos a pasear y perderse en las calles, a recoger la esencia de esos rincones que luego remodelan con soluciones frías que nada tienen que ver con las vivencias de esos lugares.
Sigue el boom inmobiliario y el paisaje gruístico se extiende como una epidemia pero además constatamos que una nueva invasión llega a nuestras ciudades las obras del metro, aparcamientos subterráneos, acerado…….Ciudades patas arriba.
El ciudadano paciente en la mayoría de los casos aguanta con resignación, realmente vivir la ciudad es imposible. Si eres conductor –relajación-, para el peatón no está nada fácil tampoco, calles cortadas, barreras, desvíos, cada día un nuevo trazado, han cambiado la pasarela etc., somos nuevos “rambos” de ciudad. Difícil de asumir para los ancianos o para los niños.
Y llegó el día en que de repente los resultados se pueden ver, terminaron algunas obras y que decepción, la devastación como resultado. Todas las ciudades se parecen cada vez más, se pierden los signos de identidad, que pueden ser unos árboles autóctonos que durante años estuvieron dando “calor “a la calle y son sustituidos por grandes baldosas y muchos bancos ¿quién se atreverá a sentarse? ante un panorama tan desolador. El sabor se pierde, una ola de frialdad llena el urbanismo actual. Adaptar nuestra ciudad a las necesidades de la sociedad nada tiene que ver con desmantelar-la.
Alguien recuerda lo que es el “encanto”.
Hay toda una invitación pendiente para aquellos que se encargan de los proyectos urbanísticos a pasear y perderse en las calles, a recoger la esencia de esos rincones que luego remodelan con soluciones frías que nada tienen que ver con las vivencias de esos lugares.
1 comentario:
la importanci de la vivencia en la ciudad se olvida cada día más, diluida por los ecos de las fotos y los flases de unos turistas que en muchas ocasiones hacen de nuestra cuidad su escenario de deseos perdidos. Gracias por un articulo estupendo.
Ayudemos a hacer ciudades para vivir y no solo para ver!!!!
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